miércoles, septiembre 19, 2007

Primera parte de LA BODA


Soy consciente de que no he escrito el post pertinente, el de la boda, pero escribirlo era como saber del todo que ya se han casado y una cosa era la preboda, otra fue la boda y otra muy distinta poner final a CQP.

El día de la boda me levanté con a penas dos horas de sueño a la espalda, el resto de horas que estuve en la cama soñé que no llegaba a la iglesia, que iba montada en un burro, que llevaba las zapatillas de estar en casa y finalmente que la novia era yo… una serie de pesadillas que me permitieron levantarme enseguida sin remolonear.

En la peluquería, como en las películas de peluquerías de barrio, se cotillea, y en ésta que es de pueblo, se cotillea el triple… así que estuve aguantando toda serie de comentarios acerca del prometido… historias que yo ya me sabía más que nada porque yo era la chica de la que hablaban, de aquella de la que estuvo tan enamorado ¡Hay qué joderse!

Dos horas más tarde, y a hora y media de la boda estaba saliendo de allí, sabiendo que llegaba tarde y que mi amiga y su amiga estaba a punto de llegar a buscarme.
Llega a casa, comenta el peinado (que no me gustaba lo suficiente), prepárate y ponte en posición para ponerte el vestido: brazos arriba, barbilla pecho, brazos abajo, cremallera arriba y cremallera no arriba… cremallera enganchada en medio del puto vestido. Primero tranquilidad, esto no es otra cosa que la ley de Murphy, pedimos ayuda, la ayuda nos empieza a estresar… mamá que no sube, hija que te lo coso, mamá que luego se raja, hija que me estás atacando, mamá que voy en bolas, hijas que no, mamá llama a alguien, desesperación total y una mujer que entra y por obra de magia desengancha la cremallera…

A esto llega mi amiga y su amiga, me achucha para que me de prisa, estamos ya a 50 minutos de la boda. El baño es mío… y menos mal que no me maquillé antes de vestirme porque los sudores me hubieran dejado como un cuadro de Picasso.

Maquillaje perfecto y a punto de salir… me acuerdo del rimel… y cómo no, mancha en el moflete derecho… un poquito de papel y arreglado… pues no, la ley de Murphy se vuelve a cumplir. Manchón blanco, cara descompuesta, prisas de mi amiga y su amiga y después de intentar arreglarlo y no conseguirlo, estreses, estreses de los míos, de los malos, de los de no voy, joder que no voy, que se casen sin mí… y después respira hondo, vuelve en ti, desmaquíllate, vuélvete a maquillar y otra vez estamos casi perfectas o todo lo perfecta que podía estar.

Monta en el coche, mi amiga y su amiga asume su papel de relajadora personal y en marcha. Llegamos a su pueblo y al pasar por la puerta de la novia… Radiante y no sé qué va la novia… la novia saliendo. Acelera que llegamos detrás de la novia… mil kilómetros después (o al menos eso me pareció a mí) la maravillosa Ermita.

Hola, hola, qué tal, muy bien, qué guapa, qué guapo, sí sí, que no estoy nerviosa, que es todo mentira, quién me mandaría a mí venir… y una mano que me dice él está ahí, dice que vayas… Puerta de la Iglesia, más guapo de nunca, con los ojos más brillantes del mundo y una cara que me hubiera comido a besos y nuestra conversación pendiente, en cinco minutos, rodeados de gente pero solos, sólo para él y para mí… aplausos, llega la novia y yo desaparezco.

Y estaba feliz y me sentía bien y me alegraba por ellos, pero me picaban mucho los ojos aunque el rimel dominaba la situación, de la última fila aún no sé cómo pasé a la tercera… y lo vi todo, hasta cuando la novia se descojonó antes de decir el sí quiero (eran los nervios), bueno lo vi casi todo, el beso lo dejé para el resto… Ya estaba todo hecho, tenía ganas de hacer las maletas y volver a mi casa que parecía que estaba en otro continente… me imagina a Julio Roberts en la boda de mi mejor amigo, pero no, era la boda de él y yo era Julia Roberts más morena y con más curvas…

Nos íbamos para llegar pronto al restaurante y ahorrarnos un poco el momento enhorabuena cuando nos encontramos de frente a los esposos, más bien yo me choqué con él, que casi no me vio, le di dos besos y le felicité…no sé muy bien porqué, pero era lo que tocaba; luego a ella, que estaba guapísima y después me metí en el coche y me respiré hondo varias veces… menos mal que yo no conducía.

Después de unas cañitas como p i s c o l a b i s, llegamos al restaurante y estamos casi casi del todo acopladas al grupo de amigos de la ya esposa, antes prometida.

Y hasta aquí la primera parte… en la segunda estaba borracha así que no sé si llegaré a contarla.

miércoles, septiembre 12, 2007

SÓLO FALTAN DOS DÍAS


Dos días para la boda y eso que parecía que este día nunca iba a llegar. Sólo dos días. Y se me acaba el tiempo, y se me acaba con él nuestra historia, una historia que creo fue muy diferente para él y para mí.

Ni mi trabajo nuevo, ni los exámenes, ni las cosas que me han pasado en estos últimos meses me han sentado frente al ordenador para escribir un post, sólo la boda ha sido capaz de hacerlo. Y sinceramente creo que la única razón es que quizá por una remota casualidad él termine llegando aquí y descubriendo que mi historia, también es suya, incluso más suya que mía.

A dos días de la boda, tengo atascado aquel chocolate espeso en la garganta; ahora se ha convertido en una masa que sube y baja del estómago a la boca sin parar y hace que me piquen los ojos, tanto que sin darme cuenta algunas lágrimas caen sin permiso.

Una buena amiga me aconsejó que le escribiera una carta, para decirle ahí lo que no soy capaz de decirle en persona: “puedes no escribirla y morirte de asco, escribirla y morirte de asco igualmente o escribirla y quedarte tranquila”… y quizá si no estuviéramos a dos días de la boda, lo haría, pero ya es demasiado tarde. Y después de más de cincuenta cartas escritas y sin terminar que terminaron en la basura, no soy capaz de empezar a escribirla ahora.

Sólo dos días y aunque pensaba escribir esta noche nuestra historia o quizá, mas bien la mía, me parece absurdo hacerlo… ya se ha terminado el tiempo para pedir perdón y hablar con el corazón en la mano y decirle lo que nunca le dije y darle el abrazo que tanto deseo, sin intenciones… Sólo porque nunca se lo dije, pero una vez le quise y aunque sólo sea un poco, aún le quiero.