jueves, enero 25, 2007

EN BLANCO Y NEGRO


Durante todo el viaje estuve entretenida, visualizando en mi cabeza los videoclips que grabaría con cada una de aquellas canciones, y observando por la ventana el paisaje que atravesábamos. No tenía ninguna ilusión especial en llegar, simplemente se trataba de trabajo; aunque no nos engañemos, el fax que mandé por error a Joan no fue tan fortuito.

Hacía años que no veía a Joan, creo que desde el verano de 1999, demasiado tiempo para mandar un fax por error y anunciarle que llegaba a su ciudad en el tren de las 17:00 horas. Ni siquiera estaba segura de que siguiera trabajando en la oficina, podría haber cambiado de trabajo, incluso la oficina podría haber cambiado de teléfono, pero en mi carpeta tenía guardado el resguardo del fax entregado.

El tren entró en la estación aminorando su marcha, pensé que pararía incluso antes de los andenes más cercanos a la estación, pero siguió despacio, como a cámara lenta, tuve la sensación de que se trataba de una película muda en blanco y negro.

Tomé mi maletín y bajé del tren con un remolino en el estómago, pero un segundo después mi estupidez me abrumó y estoy casi segura de que sonreí ante el abismo. Caminé con paso firme hacia la estación, había poca gente y enseguida lo vi.

Creí que eran imaginaciones mías, pero me miró y la expresión de su cara fue tal mezcla de sorpresa y alegría que un halo de emoción se instaló en mi cuerpo, pero a cuatro o cinco pasos quizá de Joan, alguien se cruzó en nuestro camino y se colgó de su cuello como si de eucalipto para koala se tratase.

El ramo de flores era para ella, y ella como me enteré quince minutos más tarde en la cafetería de la estación, ella era su novia y había venido a recibirla a ella, había dejado de trabajar tres años atrás en la oficina y estaban a punto de ir a recoger las llaves del hogar que compartirían. Yo mientras apuraba la última copa de mi martín, intentaba mantener el tipo y aguantar la situación, pero justo entonces apareció un hombre que debía haber perdido cualquier reflejo de belleza por las Maldivas y que vocalizaba realmente mal.

Joan se levantó inmediatamente para saludarlo, se trataba de su antiguo jefe, había venido a buscar a una amiga que llegaba en el tren de las 17:00horas. Él también se llamaba Joan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial, este relato me ha encantado. Redondo y con final sorprendente, enhorabuena :)