sábado, abril 07, 2007

LA NOCHE DEL MONO


Cada nuevo encuentro con los prometidos es desde luego un nuevo capítulo en una historia que oteo bastante larga…

Esta vez fue algo así como provocado por lo cotidiano que resulta ya verles en cada una de mis escapadas. Una llamada de teléfono a la prometida a 5minutos de donde estaban y una respuesta algo seria según mi amiga y su amiga que puso en jaque mis miedos a que descubra lo que ninguno queremos que descubra…lo que llevó a inventar una historia que me vuelve a poner entre la espada y la pared… es decir hablar de mi novio (inexistente) nada mas verlos, repetir varias veces cualquier historia en la que se nombrara a mi querido Casper…

Pero por ser así el encuentro, provocado e inesperado para ellos, nos encontramos con un espectáculo bastante casposo, que yo y su amiga y mi amiga hubiéramos preferido ahorrarnos.

Llegamos con el diluvio universal sobre nuestras cabezas, y por eso de aparcar cerca del bar donde estaban salimos sin paraguas… y mal… porque la supuesta puerta del bar era la trasera y estaba cerrada, así que da la vuelta, empápate y por fin entra y observa!

Varias parejas, entre ellas la de los prometidos estaban sentados alrededor de una mesa completamente llena de cascos de botellines vacíos y cubatas o cuba libres a medio beber… Hasta ahí algo medio normal, que ya debería habernos advertido cómo estaba el ambiente…

Los prometidos se levantan para recibirnos, la prometida con una sonrisa de oreja a oreja, mucho más delgada que la vez anterior (debido al plan dieta- preboda)… Y el prometido con un ciego bastante importante, que mi amiga y su amiga ignora por el momento y que a mí me invita a correr hacia la puerta y desaparecer bajo el diluvio.

En esto que yo me dedico a observar el espectáculo, que ahora describo… mi amiga y su amiga que se pone como siempre a ponerle a la prometida al tanto de no sé qué, en esto que yo ya he olvidado el plan trazado en el coche, cuando la prometida muy sonriente y tan inocente como siempre, me dice: “ Y dónde está entonces tu churri?”. A lo que yo respondo mentalmente “¿qué churri?” y verbalmente con un tartamudeo insólito: “A… a.. esto.. está en… digo, creo, que está en Caacadiz”, y ella que resuelvo que está tan ciega como el prometido me dice: “al final lo voy a conocer el día de la boda” y a esto le sigue esa risa suya que hasta ahora no había comentado que me revienta. Y yo lógicamente le muestro mi mejor sonrisa.

Mal, sí, sí mal, fatal… Pero no peor que el espectáculo que se desarrolla antes mientras y seguramente después de nuestra llegada. Y es que todos están más “pedo que Alfredo” y se dedican a reírse, incluso a llorar de la risa ante cada uno de los movimientos del prometido, que tras asustarse y emitir grititos de nenita al caerle un mono de peluche en la cabeza (tirado por un hombre al que llaman “ni mucho ni poco” porque se llama Justo), se dedica a poner al mono en las posturas más insólitas que podáis imaginar… Todos se ríen y la prometida sonríe mientras su novio se ridiculiza hasta el punto de llegar al absurdo… mi amiga y su amiga y yo ponemos cara de ¡uy qué gracioso! hasta que el dolor de las mandíbulas es tal, que decidimos mediante un leve toque rodilla-rodilla despedirnos hasta la próxima con una gran sonrisa.

Salida del bar, vuelta al diluvio, no encuentro las llaves, vuelve al bar, ah no espera están aquí, arranca el coche, aléjate tan rápido como puedas y sólo un comentario: “muy posiblemente por cosas como las de hoy, yo no soy la prometida… entre otras miles de cosas claro”…

Por cierto, empiezo a plantearme poner en acción el plan “novio-para-la-boda”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El plan novio es fácil. Déjanos hacer.

Anónimo dijo...

¡Oye! Cómo que plan novio. Y lo querrás guapo, culto, simpático, inteligente. ¡Pero que esto no es el plan plan prever, chiquilla!
Pues mira, agradece a la prometida no ser tú.
Un beso.