sábado, enero 26, 2008

NOTA


Abrí la ventana y lo vi pasar, al principio me enfadé, luego quise gritarle hasta quedarme sin voz y después me relajé y estuve a punto de olvidar que había vuelto a verlo…

Unos días más tarde, por aburrimiento, curiosidad y un poco de fastidio contenido… volví a abrir la ventana y allí estaba andando como el primer día hasta la parada del autobús…

Esa misma tardes bajé directa y sin pensármelo mucho escribí en un folio, a modo de nota pegada “vendo piso”, “busco trabajo” o “arreglo ordenadores”: “Eres un capullo, no sé si es casualidad y causalidad, pero lo eres y ya te puedes imaginar que esto es para ti, solo decirte que soy yo, la misma”.

Pasaron varios días y me puedo imaginar que fueron muchos los que se dieron por aludidos… pasé por allí cada vez que pude (incluso varias veces al día); temía que pudieran arrancar el papel…

Y hoy el aludido debió de reconocer que él era el capullo y que yo era la misma…

Por eso debió de escribir debajo: “yo también te quiero, y más que casualidad es putada”.

Y aunque puede parecer absurdo, me congratula que un capullo conteste lo que desde luego yo no imaginaba.

Y mira por donde me ha hecho gracia.

1 comentario:

Fernando dijo...

Si, algunas veces los capullos, por capullos, nos hacen gracia. Pero lo mejor de todo, lo que nos arrancaría una sonrisa de aquí a París, es que dejen de ser capullos.
Besos